De insoportable a ameno, de ameno a insuperable se fue haciendo nuestro viaje habitual.
Convocaste a mi talento y de tu rostro desprendían risas que se hicieron mi manjar.
Abrigué cada penuria que me confiabas y en mis entrañas, te ganaste un buen lugar.
Conocí cada rincón de aquella alma que se distingue por su eterna inmensidad.
Sin quererlo y de rebote, nos encontramos incendiándonos y dando luz a aquel placer,
que transmutó martes opacos, por barnizarlos de un delirio extremo que se activa en tu sommier.
El amor fue tan bien hecho, que infinitas son las gracias que nos concederá.
Desnudé, por fin, al ángel que erotiza con caricias de la más bella suavidad.
Reflexiono, y esta vez, me maldigo por jactarme, cada tanto, de ser algo desdichado.
Debería reconocer que yo he sido, aquella noche en ese patio, una muchacha afortunada.
Por robarte una sonrisa con la prisa de un diablo intratable.
Por hacerte parte mio y en un descuido desnudar a este ángel.
Desnudando un ángel - Slb.